Rasgos biográficos de Artigas en el
Paraguay
Daniel Hammerly Dupuy - Lagomarsino -
Montevideo 1949
La internación de Artigas en San Isidro Labrador
En una conversación que sostuvo con el prior en el Convento de la
Merced en Asunción, Artigas manifestó que, como podría imaginarlo, no le agradaba la
vida en el aislamiento conventual. No obstante, algún fraile redactó un oficio de tenor
cortesano en el que se expresa gratitud por los favores recibidos y que fue firmado por
Artigas el 27 de diciembre de 1820, dos días después de que del Dictador dispusiera su
internación a 76 leguas de Asunción. (El 25 de diciembre, Francia remitió el siguiente
oficio: "Habiéndose dispuesto que Dn. José Artigas pase a morar en la Villa de San
Isidro; el Tesorero de Guerra le proveerá competentemente de los efectos que puedan ser
útiles para su decente vestuario y ropa interior presentando la Nota de ellos con
agregación de los que a su llegada se le administraron por el mismo fin, unos y otros con
expresión del costo que haya tenido su compra". Este documento se halla en
Montevideo en el Archivo Nacional, así como la relación de gastos por la suma de
cuatrocientos cincuenta y ocho pesos fuertes, siete reales y un octavo firmado por
Bernardino Villamayor el 1o. de enereo de 1821.)
Artigas pasó de su reclusión en el Convento de la Merced, donde
estaba casi tan incomunicado como Yegros y sus amigos encarcelados, al aislamiento
político en los alrededores de la Villa de San Isidro Labrador. El año 1821 fue fatal
para los revolucionarios paraguayos. Los fusilamientos comenzaron el 17 de julio cuando se
sacrificó a Yegros y a otros patriotas. Para esa fecha hacía siete meses que Artigas
había traspuesto la selva en marchas nocturnas, para llegar a su corazón adonde fue
acompañado por el comandante de la villa en cuyos aledaños pasaría un cuarto de siglo.
San Isidro no era un lugar despoblado. Allí estaba el emporio de
los mejores yerbales diseminados en una vasta extensión que llegaba hasta la frontera con
el Brasil.
El Dictador Perpetuo se jactaba de tenerlo a Artigas, acto que
agigantaba el concepto que tenía de si mismo. En su correspondencia de 1821, se refiere
al comentario de un comerciante brasileño, al expresar:
"A Craveiro que le dijo que Artigas está bien guardadito, le
hubiese usted contestado que Bonaparte que fue emperador de los franceses, estaba
igualmente bien guardadito en poder de los ingleses donde se refugió en su última
desgracia: y aunque estaba en guerra con ellos, y fueron los ingleses su mayores enemigos,
lo recibieron y lo mantienen hasta el día de hoy asistido generosamente en la isla de
Santa Elena".
Tales expresiones dan la pauta del proceder del Dictador Perpetuo
hacia el Peregrino de la Democracia: no permitiría que a Artigas le faltara cosa alguna
durante su internación. A partir del 31 de enero de 1831, cuando se hizo la primera
remesa de dinero para Artigas al comandante Manuel Antonio Villalba de la Villa de San
Isidro Labrador, se enviaron los recursos mas que suficientes para sostenerlo con su
asistente, conocido con el apodo de Ansina, pero que se apellidaba Lenzina.
Cuando Artigas llegó a la Villa de San Isidro Labrador tenía
cincuenta y seis años de edad. Francia había ordenado que "fuera alojado en una
casa con terreno de propiedad del gobierno en aquella localidad y que se le notificare que
ese era el punto de su residencia quedando libremente en el ... ". Durante algún
tiempo se alojó en casa de la familia de Rojas, pero Artigas trabajó su chacra a diez
cuadras del pueblo, donde construyó su casa de cuatro habitaciones, con ladrillos y
adobes, poniéndole un techo de tejas. En ese ambiente buscó la felicidad, en medio de
circunstancias absolutamente adversas a cualquier plan que implicara una actuación
política. La carta dirigida por Artigas a Francia, el 6 de diciembre de 1821, demuestra
que se estaba adaptando a la vida de la Villa de San Isidro Labrador.
Mientras vivió en el Paraguay, Artigas pasó por tres etapas de
duración desigual. Primeramente respondió a las reclamaciones lógicas de su mente que
le sugería proyectos democráticos de vasto alcance político. Cuando la actitud del
Dictador Perpetuo trabó su libertad política entró en una nueva etapa psicológica, que
reclamó después de las primeras reacciones un acomodamiento a las circunstancias,
superando las dificultades mediante las tareas que contemplan la satisfacción de la labor
misma y el bienestar de los menesterosos. La etapa póstuma fue biológica y espiritual,
su duración fue determinada por la vitalidad del organismo y templada por las esperanzas
de orden trascendente.
Artigas fue grande en esas tres etapas de su personalidad sustraída
al ambiente de las luchas constantes que había librado primeramente como Jefe de los
Orientales, y después como Protector de los Pueblos Libres.
En una carta dirigida por el cura paraguayo Fidel Maíz al
historiador Fulgencio R. Moreno, se consignan las siguientes informaciones referentes a la
vida del patriarca durante su internación:
"Un hermano mío, sacerdote, hoy finado, fue cura párroco de
la Villa de San Isidro en la época en que Artigas se encontraba allá; y él había
tenido ocasión de conocer a este célebre caudillo."
"Decíame mi hermano, que el Dictador Francia le hacía dar
mensualmente una onza oro sellado; cantidad que, atendida la abundancia de los medios de
subsistencia en aquella villa, emporio de riqueza entonces, con mas de 14.000 almas de
habitantes, bien como la vida tan frugal y ordenada que llevaba Artigas, sin mas familia
que un hermoso perro, fiel y leal compañero que le acariciaba en la soledad, la onza de
oro, pues, le era mas que suficiente para las necesidades de la vida, tal como su
situación le permitía llevar."
"Y decíame también, que Artigas era de sentimiento muy
humanitario, y que en mas de una ocasión, y a mas de un pobre socorría caritativamente,
tanto con dinero efectivo como con vestuario. Era por esto muy bien mirado y respetado en
el concepto público. No acostumbraba a dar ni recibir visitas exprofeso; al dar un paseo
con su perro daba también la ocasión de encontrarse como fortuitamente con alguien, y
entonces un cortés saludo y cambio breves de de palabras".
Las actividades agrícolas-ganaderas desarrolladas por Artigas en su
chacra, lo transformaron en poco tiempo en "el padre de los pobres". Por esa
razón, las remesas de dinero desde Asunción, se hicieron menos frecuentes, al juzgar por
los libros en los cuales se registraron los envíos de fondos para ese fin. (El
investigador paraguayo R. Antonio Ramos examinó minuciosamente los libros de "Caixa
de Hacienda" del Archivo Nacional de Asunción, encontrando los comprobantes de las
remesas hechas para Artigas en los años 1821, 1823 y 1829. En el asiento correspondiente
a este último año se menciona la siguiente partida:
"Octubre 26. Son data noventa y ocho pesos siete reales
corrientes, que en virtud de Suprema Orden de este día remitimos en en noventa y seis
pesos fuertes al Comandante de San Isidro para la asistencia de un año que se le había
señalado al emigrado de la otra banda José Artigas, según comprobante no. 27-98:7. Juan
Manuel Álvarez. Policarpo Patiño. Caixa de Hacienda, tomo35".
Es indudable que, a pesar del aislamiento impuesto al Paraguay, los
hombres mas informados al respecto a lo que acontecía en el exterior eran los que se
ocupaban en el comercio de la yerba mate. Estos eran generalmente brasileños que viajaban
entre Itapuá, San Borja y Montevideo. Francia recibía por medio de ellos las
publicaciones e informaciones verbales trasmitidas al comandante de Encarnación. Durante
varios años estuvo internado en el sur del Paraguay el médico y sabio naturista francés
Amado Bonpland quien obtuvo el permiso de salir del país después de haberle facilitado
al médico Estigarribia algunos medicamentos para aliviar los dolores del Dictador. Tal
vez se deba a esa circunstancia que se le haya permitido visitar los yerbales de la
región del río Curuguaty. En uno de los párrafos del oficio del comandante Juan Manuel
Gauto, dirigido a Francia desde San Isidro en el mes de febrero de 1831, informa de
"la llegada de un médico francés llamado Amado Bonplan (sic) que visitó lo de
Artigas. Recorriendo después los yerbales hacia el Curuguati (sic), yéndose hace días
hacia Villa Rica para volver a Itapuá".
La emoción de Artigas al encontrarse con un hombre que había sido
capturado porque se hallaba en un campamento de sus antiguos soldados, no debe haber sido
tan profunda como la de recibir un obsequio de un libro de pequeñas dimensiones, impreso
en Montevideo en 1830. Tratábase nada menos que de la Constitución que se estaba
estudiando en el año 1829 cuando San Martín concurrió a la Asamblea Legislativa.
Isidoro de María se refirió a ese hecho, cuando escribió:
"El ilustre Bonpland había tenido ocasión de visitarlo en su
retiro y
hacerle conocer la Constitución política de la República"
"El general conmovido al leer los primeros artículos lo llevó
a sus labios y besando el libro con emoción, exclamó: ! Bendito sea Dios ! Te doy
gracias por haberme concedido la vida hasta ver a mi patria independiente y constituida!
(Isidoro de María, que dejó constancia de la visita de Bonpland a Artigas, no mencionaba
la fecha de la visita en su obra "Rasgos Biográficos de los Hombres Notables de la
República Oriental del Uruguay". En ese trabajo supone que el único retrato de
Artigas fue tomado por Bonpland cuando le entregó la Constitución. Siendo que esa
entrevista se produjo a principios de 1831, cuando Artigas tenía 66 años cumplidos y
dado que el Héroe representaba menos edad de la que tenía, según se desprende de varias
descripciones de quienes le conocieron, es evidente que en el retrato en cuestión
representa más edad y menos vigor que el que le correspondía durante su permanencia en
San Isidro. Ese retrato, cuyo original se atribuyó al oficial Francisco J. Bravo, en
1872, aparece publicado en forma impresa en París en el álbum de dibujos del Dr. Alfredo
Demersay, amigo de Bonpland, frente al retrato del Dictador Francia, En diversos
artículos, el historiador J. M. Fernández Saldaña ha hecho notar que fue Demersay
quién retrató a Artigas cerca de Asunción a fines de 1846 o principios de 1847. En el
mismo álbum aparece un diseño de la casa de Artigas en Ybiray, y no la de Curuguaty,
donde fue visitado por Bonpland en 1831".)
El sacerdote Juan Pedro Gay, amigo y compatriota de Bonpland, en el
pueblo de San Borja, Brasil, donde vivió algunos años el naturalista que lo visitó al
patriarca, en su obra "La República Jesuítica del Paraguay" expresa:
"Artigas tenía 61 años: y en la tranquilidad del retiro se mostró trabajador y
humano, cultivó la chacra, fue el padre de los pobres de su distrito y sirvió de ejemplo
a todos con su excelente conducta". Sería Bonpland, que constituyó hogar con la que
fuera niñera de José de San Martín en Yapeyú, el que se interesaría años después en
informar a Rivera para pedir a Francia la liberación de Artigas. |