Contribución de Claudio Nuñez Giordano "Montevideo - Los
Barrios"
por Anibal Barrios Pintos
Montevideo, 1969
Palermo y Barrio Sur, Residencia del
Candombe
En noviembre de 1835 se celebró solemnemente el acto de
consagración del Cementerio Central. La necrópolis sería la sede menor de la grandeza y
de la humildad emparejadas por el olvido. Y bien, casi treinta años después de esta
ceremonia, hacia 1863 para ser mas exactos, se tomó una fotografía de la calle que
llevaba al Cementerio, hoy llamada de Yaguarón. El lugar aparece como un desolado
desierto, lleno de baldíos y yuyales.
Hacia el este hay un grupo de casitas que brotan como blancos hongos
en la soledad de los eriales. Una de ellas luce esta leyenda: "Almacén de
Comestibles de la Nueva Ciudad de Palermo". No se estaba en Sicilia, sino en
Montevideo. Sin embargo en ese naciente barrio se prolongaría en el tiempo ese nombre,
había italianos y criollos iniciando la ruda hermandad que imponían las orillas
pueblerinas . Aparecía empequeñecido por la Rotonda del Cementerio Central, proyectada
por Poncini, pero iba a crecer, y mucho . . .
La Nueva Ciudad de Palermo figura inscripta contigua al Cementerio
Central en el plano editado por Mege y Williams de 1862 y en los levantados por el Ing.
Pablo Neumayer en 1865 y por el Agr. Pedro D'Albenas en 1867.Años mas tarde se produce en
la zona en salto edilicio hacia el progreso. La empresa de Emilio Reus construye hacia
1887 el Barrio Reus al Sur, próximo a la Playa Ramírez, hoy limitado por las calles
Tacuarembó, San Salvador, Minas e Isla de Flores. Su calle principal era la llamada
Particular, hoy Ansina.
Un periodista que lo visita hacia 1890 lo describe como "el
refugio de un centenar de personas, proletarias en su mayoría, atraídas por la equidad
de los alquileres". Las viviendas, de altos y bajos, son cómodas y están rodeadas
de casas de comercio: almacenes del Barrio Reus, almacén y fonda de la Bella Italia,
Café y Confitería de los Treinta y Tres, etc. La vecindad - prosigue el periodista - es
obrera en su mayoría y de buenos hábitos de manera que no se producen allí incidentes
desagradables. Agrega en la crónica que su verdadero objetivo al ir al Barrio Reus del
Sur era visitar la Escuela de Artes y Oficios, situada a escasa distancia de la calle San
Salvador. Su edificio, que recogiera fecundas jornadas del Dr. Pedro Figari, construido
bajo la dirección del ingeniero Rafael Maggio, quedó terminado en 1890 y se inauguró
con la presencia del General Tajes, entonces presidente de la República. La primitiva
sede de la escuela estaba situada donde hoy se halla el edificio de la Universidad de la
República.
Al trasladarse al barrio Reus del Sur creció su capacidad y en
ella, al decir del mencionado cronista, "se asilaron varios cientos de muchachos que
ayer nomás vagaban por las calles y plazas mendigando o cometiendo raterías".
Según Andrés Alvarez Daguerre el Barrio Palermo abarcaba, de 1895 a 1910, el espacio
así limitado: por el lado sur, el Río de la Plata; por el este, la calle Médanos; por
el oeste, la calle Arapey, hoy Río Branco, y por el norte la calle Canelones.
"Prevalecían - escribe el autor - los barracones y barracas para depósito de
carretas, carros, animales y galpones para acopio de frutos del país.
Existían también buen numero de casas de inquilinato, compuestas
por numerosas piezas, casi siempre con un amplio patio, en cuyo centro hallábanse las
piletas para el lavado de la ropa de sus habitantes, marginado por algunas higueras o
parrales e iluminado durante ciertas noches por un gran farol a base de queroseno".
Entre los inquilinatos se hallaba "El Candombe", ubicado en Ibicuy esq. Durazno
y el tantas veces evocado "Medio Mundo", en la calle Cuareim entre Durazno e
Isla de Flores. Las construcciones mas modernas surgían por la calle Maldonado y
Canelones y sus laterales.
En los conventillos del Barrio Palermo perduraban las nobles y
viejas tradiciones que llegaron al Río de la Plata con los esclavos. Allí se bailaba el
candombe, una especie de drama ritual, que recogía en su ritmo extraño la emoción y el
misterio del ancestro negro. Francisco Acuña de Figueroa y el cronista Isidoro de María
mencionan algunos nombres de las "naciones" o comunidades negras del Montevideo
antiguo, que anotamos con las correcciones que les hiciera el Cnel. Rolando A. Laguarda
Trías: camunda, casanches, cabindas, benguelas, munyolas, congos, congos, mozambiques,
minas y maleabas. En la costa del Sur, en el Recinto, "espacio comprendido entre las
Bóvedas hasta el Cubo del Sur", celebraban los negros sus fiestas, en las que se
bailaban candombes. Hacia 1859 se realizaban en las inmediaciones del cementerio viejo
(Durazno y Andes), y luego también a techo cubierto. Hacia 1889 ya había desaparecido,
pero desde 1870 surgen con las comparsas de negros que darían permanente brillo al
carnaval montevideano.
En este siglo llegaría la época de los famosos "Esclavos de
Nyanza" y posteriormente "de las llamadas", lo único auténtico del
carnaval actual. Palermo tuvo también su historia de coraje turbio, protagonizada por
bailarines y matones que entre el humo y las músicas quejumbrosas del tango, jugaban a
"quien era más". El escritor Vicente Carrera ha retratado en "El Cubil de
los Leones" a esos sombríos y valerosos personajes que imperaban en el lugar cuando
las calles estaban empedradas y los cercos tenían glicinas y madreselvas. También fue
Palermo barrio de guerrillas con hondas y "marías".
Cuando la Rambla Sur que hoy conocemos no existía, el bajo, tantas
veces evocado en las crónicas, y el Barrio Palermo, dialogaban mano a mano con el río.
Pero el progreso de la ciudad exigía un cinturón vial, que hiciera ceder terreno al
pintoresco y sórdido trasmundo de casuchas, lenocinios y boliches noctámbulos. En 1922
el Ing. Juan P. Fabini, que integraba el Consejo Departamental de Montevideo, inició las
obras de la Rambla Sur, que comprendían 700 metros detrás del Cementerio Central. A la
altura de la calle Minas se instaló la fábrica para construcción de bloques. Y "la
piqueta fatal del progreso", como dice la canción, comenzó a trabajar. Los
extraños pobladores costaneros, "bichicomes", seres marginales, parias de la
sociedad, fueron desalojados.
Las playas de Patricio, pertenecientes al barrio la estanzuela, y
Santa Ana, del barrio Palermo, fueron rellenadas. Se ganaron al río 180.000 metros
cuadrados. La rambla costó 15 millones de pesos. Y se llevó con su belleza urbanística
los recuerdos viejos del barrio y la añorada muralla, que en el 1930 despidieron con
nostalgia los muchachos de la Oxford. |