Contribución: Luis El Parque de los Aliados
En los años 60 mientras me entrenaba diariamente como
atleta/corredor, en la pista de atletismo, tuve oportunidad durante los meses de invierno
de correr por todos esos canteros de pasto precioso que rodeaban a la pista. Por el lado
sur de la misma, hacia el velódromo, hay un gran numero de ombúes y recuerdo ver
bichicomes viviendo ahí como los describe el texto aunque no eran agresivos y mas bien
dormían siempre con una botella de vino bajo el brazo.
En esos años la pista era negra, de carbonilla. Por ejemplo cuando
uno estaba en los tacos de salida de una carrera, [había que "clavar" (unos
clavos de unos 30 cms) con unos martillos de madera para que se mantuviesen inmóviles y
dar el impulso necesario al comienzo de carreras de velocidad] se te metían piedritas en
la rodilla y si por cualquier motivo alguien se caía las heridas causadas por esa
superficie eran feisimas. Resulta entonces que hace unos cuantos años la pista fue
convertida a tartan, una superficie, gomosa y de color rojo/anaranjado, la cual no solo
evita lastimaduras sino que permite que al llover el agua no se filtre y se pueda seguir
compitiendo.
En enero del 97, llegue un viernes a Montevideo y al otro día
buscando a un viejo amigo de la pista me entere que esa tarde había una competencia.
Conseguí un par de shorts, una camiseta, alguien me presto un par de zapatos de correr y
esa tarde [27 años mas tarde] compite por primera vez en nuestra pista de tartan. Mi
mente iba mucho mas rápido que mi cuerpo, pero los recuerdos que se desataron en mi mente
al ver docenas de gurises compitiendo, y ese marco que cubría a la pista por detraes de
palmeras, eucaliptos, pinos, cipreses, cedros, nogales, ombúes, sauces, eucaliptus,
ceibos [como los menciona el autor] me causaron una emoción indescriptible. El leer este
articulo me recordó esos sentimientos. |