pquede.gif (17253 bytes)

 

Subir
Contribución: Luis

El Parque de los Aliados

En los años 60 mientras me entrenaba diariamente como atleta/corredor, en la pista de atletismo, tuve oportunidad durante los meses de invierno de correr por todos esos canteros de pasto precioso que rodeaban a la pista. Por el lado sur de la misma, hacia el velódromo, hay un gran numero de ombúes y recuerdo ver bichicomes viviendo ahí como los describe el texto aunque no eran agresivos y mas bien dormían siempre con una botella de vino bajo el brazo.

En esos años la pista era negra, de carbonilla. Por ejemplo cuando uno estaba en los tacos de salida de una carrera, [había que "clavar" (unos clavos de unos 30 cms) con unos martillos de madera para que se mantuviesen inmóviles y dar el impulso necesario al comienzo de carreras de velocidad] se te metían piedritas en la rodilla y si por cualquier motivo alguien se caía las heridas causadas por esa superficie eran feisimas. Resulta entonces que hace unos cuantos años la pista fue convertida a tartan, una superficie, gomosa y de color rojo/anaranjado, la cual no solo evita lastimaduras sino que permite que al llover el agua no se filtre y se pueda seguir compitiendo.

En enero del 97, llegue un viernes a Montevideo y al otro día buscando a un viejo amigo de la pista me entere que esa tarde había una competencia. Conseguí un par de shorts, una camiseta, alguien me presto un par de zapatos de correr y esa tarde [27 años mas tarde] compite por primera vez en nuestra pista de tartan. Mi mente iba mucho mas rápido que mi cuerpo, pero los recuerdos que se desataron en mi mente al ver docenas de gurises compitiendo, y ese marco que cubría a la pista por detraes de palmeras, eucaliptos, pinos, cipreses, cedros, nogales, ombúes, sauces, eucaliptus, ceibos [como los menciona el autor] me causaron una emoción indescriptible. El leer este articulo me recordó esos sentimientos.